sábado, 7 de octubre de 2017

Inocencia: ¿dicotomía?

Buenas noches queridos lectores, ¿ya os habíais olvidado de este blog, verdad?


Me dejo caer hoy por aquí tras más de 6 intensos mesos para intentar abarcar un tema que me concierne especialmente de la forma más objetiva posible. El caso es que, aunque creo que ni siquiera tengo del todo clara mi opinión al respecto, quiero que seáis vosotros los que expreséis vuestros pensamientos en la caja de comentarios (recuerdo que se puede hacer de forma anónima con solo un click, para aquellos que no quieran declarar abiertamente su opinión). Así, si todo va bien y os animáis, yo podré esclarecer mis ideas y vosotros compartir conmigo lo que pensáis al respecto.

Una vez explicado el sentido de esta entrada, sin más dilación, al turrón -que pronto estará colmando nuestras despensas y estómagos-.

Se dice del inocente, según la RAE, que es cándido, sin malicia, fácil de engañar; que no daña ni tampoco es nocivo; que es ignorante. Estas acepciones no retratan al inocente en el sentido del que está libre de culpa o cargo (el sentido ''judicial''), sino que se centran en el término como forma de ver y afrontar los sucesos de tu vida cotidiana. Ya en la misma definición podemos apreciar la polaridad que el término inevitablemente incluye: por un lado, el inocente es cándido, no tiene malicia, no daña y no es nocivo; por el otro, la inocencia conlleva ignorancia y facilidad para ser engañado.


En cualquier caso, tampoco era necesaria la definición de la RAE para saber esto. Cualquiera de nosotros es capaz de distinguir en nuestro día a día los dos polos de la inocencia. Pondré un par de ejemplos bastante significativos.

Imagina por un lado a una abuela mirando dulcemente a su nieto, que cree firmemente que debe dejar agua a los camellos para que, el día de reyes, ellos puedan continuar su camino y así repartir los regalos a todos los niños. Mientras, la abuela dice para sí misma: ''bendita inocencia''.

Cambiemos ahora de contexto. Tenemos ahora a dos jóvenes hablando sobre cualquier tema de actualidad juvenil -pongamos, por ejemplo, el desengaño amoroso- mientras uno le dice al otro condescendientemente: ''de inocente eres tonto, churra'' mientras le pasa la litrona y le pide, con un gesto preciso de su mano, el paquete de pipas.

¿No es lo mismo verdad? Pues eso.

La inocencia de Bougereau.
Basándonos ahora en la tradición judeocristiana también encontramos dicha dicotomía, aunque inclinándose más a la versión de la abuela mirando a su nieto, por así decirlo. Se afirma que, en contraste con la ignorancia, la inocencia se tiene como un término fundamentalmente bueno, que va ligado a una dulce y dichosa manera de ver el mundo. Mirándolo con este enfoque, la carencia de conocimiento (la inocencia) proviene de la carencia de maldad, y el hacer el mal es el que nos permite alcanzar el mayor conocimiento. 

No quisiera terminar este análisis sin dejar antes algunos comentarios que a lo largo de los años diferentes personajes históricos han dejado, y perdón de antemano si aquí se me ve un poco - o mucho- el plumero. 

En estos esperpénticos días para nuestra sociedad aprovecho para recordar las palabras de Seneca, que dijo: ''Cuan mezquina la inocencia del que se contenta con ser bueno según la ley''

Muchas veces escuchamos que la inocencia es cosa de niños pero, ¿tiene edad la inocencia? Si es así, ¿podemos recuperar la inocencia perdida? Según Alfonso Guerra ''todo en la vida es solucionable, salvo la muerte y la pérdida de la inocencia''

Pero las que me parecen con diferencia más interesantes las proclamaron tres franceses   -¡qué tendrán nuestros vecinos galos!-. Las ordenaré cronológicamente para así evitar desvelar cuál es mi preferida, aunque quien me conozca mínimamente lo sabrá:


''La inocencia no tiene nada que temer'' Jean Racine, dramaturgo del XVII



''El que se ruboriza ya es culpable; la verdadera inocencia no siente vergüenza por nada'' Jean-Jacques Rousseau



''La inocencia es más a menudo felicidad que virtud'' Anatole France, escritor Nobel de Literatura en 1921.


Y es ahora, tras darle tantas vueltas esta jodida palabra, es cuando pido vuestra participación: ¿Qué parte del término necesitamos más en los días que corren? ¿La inocencia como causante de sonrisas afables o la inocencia como causante de lástima? ¿Podemos movernos en un término medio? ¿Te sientes especialmente identificado con alguna de las citas? 

Para despedirme os dejo unas palabras del poeta mexicano Jaime Sabines. Hasta la próxima queridos lectores:
 ''Alégrate. En esa profesión del deseo nadie como tú para simular inoncencia y para hechizar con tus ojos inmensos.''








Gabriel García Márquez- 100 años de soledad

  Esto lo escribí en octubre de 2021 ’El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señarlas...