lunes, 17 de junio de 2019

Herman Hesse- El Lobo Estepario

No se trata ésta de una novela de trepidantes aventuras medievales, tampoco de amores imposibles o de asesinatos sin resolver. Publicado en 1928, son más de 200 páginas de la mano de Herman Hesse que nos relatan la lucha de un hombre, Harry Haller, que se autodenomina lobo estepario con su forma de ver el mundo. Rodeado y ayudado está, para este menester, de otros personajes que, a mi modo de entender, quieren enseñarle lo que también Antonio Machado sabía y escribió en uno de sus poemas: ''que el arte es largo, y además no importa''.

Quiero empezar destacando uno de los párrafos que más me sobrecogieron del libro. Se trata de un sueño que tiene el protagonista cuando se queda dormido en un salón de baile, tras un desencuentro con un antiguo profesor, con el que no comparte ya sus viejas pasiones, curiosidades y cabilaciones acerca de temas cultos y refinados, totalmente teóricos y perfectos.

Entonces se inclinó un poco hacia delante, puso su boca muy cerca de mi oreja, su boca ya enteramente infantil, y me susurró quedo al oído: ''Hijo mío, tomas demasiado en serio al viejo Goethe. A los viejos, que ya se han muerto, no se les puede tomar en serio, eso sería no hacerles justicia. A nosotros los inmortales no nos gusta que se nos tome en serio, nos gusta la broma. La seriedad, joven, es cosa del tiempo; se produce, esto por lo menos quiero revelártelo, se produce por una hiperestimación del tiempo. También yo estimé demasiado en mis días el valor del tiempo, por eso quería llegar a los cien años. En la eternidad, sin embargo, no hay tiempo, como ves: la eternidad es sólo un instante, lo suficientemente largo para una broma.''

Con frecuencia ocurre que el sentido del humor es juzgado y cuestionado, y cuando esto ocurre, pierde todo su sentido. No cabe esta opción para Herman -como tampoco para mí-. Si descargamos del humor de los sentidos de culpa, de remordimiento, de agresión, de prejuicios, de repercusiones... sólo queda una liberación de endorfinas y dopaminas que nos hacen sentir extremadamente a gusto.

De ninguna manera esto nos libra de ser responsables con nuestro entorno. Quiero decir que, a todas luces, no es una buena elección hacer bromas machistas delante de niños, como tampoco lo es reírte de un cojo cuando te cruzas con él (a menos que sea tu amigo Juan el cojo y entre vosotros no haga falta explicar nada). Pero no veo el motivo por el que en un ambiente de confianza, entre personas con su moralidad formada, conscientes de lo que está siendo motivo de risa y lo que supone, debas evitar soltar una carcajada por una desgracia propia o ajena. Como tampoco debes reprimir un chiste negro o una sonrisa por una foto de un niño feo. Y no me he metido yo aquí en ejemplos más groseros y violentos -machismo, asesinatos, enfermedad- que también pueden causar una confrontación en nuestros principios éticos, pero aludiendo de nuevo al argumento de Herman -es decir, olvidando nuestro sobrevalorado juicio de valor del tiempo- si buscas la eternidad no hay carcajada que perderse ni broma que explicar.

Al final, lo que queda de cada risa es una comunión con los que compartes el momento; de cada suspiro sin aliento, una recarga de energía para respirar con más fuerza; de cada lágrimilla que se te escapa, una que no lloras por ahora. Así, somos más plenos, más libres. Más felices.

Cambiando de tema, quiero dejar también algunos de los que probablamente son mis párrafos favoritos. Esta parte se llama Tractat del lobo estepario. Un tractat (tratado) es el subgénero opuesto del ensayo, ambos incluídos dentro del género de la didáctica. En el primero se profundiza con intención informativa sobre un tema, pero sin opinar sobre él, que es lo que se haría en el segundo. Esta parte del libro explica con perfecta claridad e ilustrativos ejemplos cada uno de los debates internos que tiene Harry, que después son destrozados al caer al suelo, haciéndose añicos, fruto del peso de su propia y absurda obviedad. En portada del tractat, acompañando al título, viene una muy acertada afirmación: ''No para cualquiera'' 

Estas son algunas de las líneas de dicho tractac, que versan acerca de uno de los conflictos de Harry: esa teoría suya -y de tantísimas otras personas- de que los seres humanos podemos resumirnos a un dualismo bueno-malo, verdad-mentira, intelecto-instinto... en este caso: el hombre-lobo. 

La bidivisión en lobo y hombre, en instinto y espiritú, por la cual Harry intenta hacerse más comprensible su sino, es una simplificación muy grosera, una violencia ejercida sobre la realidad en beneficio de una explicación plausible, pero equivocada, de las contradicciones que el hombre encuentra dentro de sí y que le parecen la fuente de sus no escasos sufrimientos. [...] es una necesidad innata y totalmente fatal en todos los hombres representarse cada uno su yo como una unidad. [...] El hombre no es de ninguna forma un proyecto firme y duradero, no es otra cosa sino el estrecho y peligroso puente entre el espíritú y la naturaleza [...] Imagínese un jardín con cien clases de árboles... pues bien, si el jardinero de este jardín no conoce otra distinción que lo comestible y la mala hierba, no sabrá que hacer con nueve décimas partes de su jardín. Arrancará las flores más encantadoras, talará los árboles más nobles, o los odiará y mirará con malos ojos. Así hace el lobo estepario con las mil flores de su alma. Lo que no cabe en las casillas de hombre o de lobo ni lo mira siquiera.

Resumiendo, este libro es denso como un yogur de tocino, y al igual que no disfrutarías ese yogur a menos que estuvieras extremadamente ilusionado y motivado con los yogures y el tocino, no vas a sacarle partido a esta obra si no estás en un momento inspiracional y conflictivo en tu vida. Pero si es ese el caso, y sientes que estás listo para batirte y rebatirte, no lo dejes pasar. Con frecuencia te encontrarás releyendo una y otra vez las mismas líneas, bien porque no las has entendido, bien porque quieres volver a deleitarte con ellas. Las reflexiones y aprendizaje que puedes sacar son elevadísimas y dulcísimas. Es el único libro hasta la fecha, y por suerte puedo presumir de haber leído bastantes, que nada más terminarlo he decidido, totalmente convencido, que volveré a leerlo.

No dejo aquí ninguna pista de lo que el autor escribe en la parte final (igual de sublime que el resto del libro), cuando Harry se atreve a realizar su definitivo viaje de instrospección, pasando de habitación en habitación del teatro, motivado por una inscripción en una moneda que rezaba: 

Esta noche, a partir de las cuatro, Teatro Mágico -solo apto para locos-. 
La entrada cuesta la razón.
 No para cualquiera. Armanda está en el infierno

A ver si así consigo que probéis este excelso yogur de tocino.

Fragmento de la película del lobo estepario (Inicio del tractat)




Gabriel García Márquez- 100 años de soledad

  Esto lo escribí en octubre de 2021 ’El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señarlas...